121 años nos separan de la
fundación de esta casa, lo que la convierte en uno de los pocos restaurantes que
se pueden decir centenarios de la capital.
La Ardosa, mantiene ese aire de
bodega típica madrileña, con una iluminación tenue y un decorado lleno de
botellas de distintos licores y cuadros que te transportan a otra época. Una
barra separa las 2 partes en las que se divide el local y en ella
atienden hacia un lado y hacía el otro sus difíciles camareros, santo y seña de
este tipo de sitios..
La pinta, que no caña, la ofrecen de
diversas marcas importadas, entre ellas la mítica Guiness o la Checa Pilsner
Urquell, cerveza de un cuerpo excelente y con un amargor final maravilloso. Sin
olvidar el vermut de grifo de Reus, clásico de las bares madrileños de antaño
que desaparece poco a poco... Su carta está dominada por los clásicos, unas
chacinas variadas, croquetas de diferentes tipos, ensaladilla rusa, conservas,
algunas verduras, algún revuelto, rabas.
Aunque realmente hay 2 platos
estrella; por un lado su tortilla de patata, una de la mejores de Madrid, con
un punto perfecto, huevo poco cuajado y trozos de patata irregulares; donde al
servir un pincho las patatas se desparraman por los lados acompañando a una
yema que ha dejado de ser del todo liquida pero que todavía los arrastra…ya
solo por este pincho merece la pena conocer La Ardosa.
Por otro lado, tenemos su salmorejo,
servido con picos, huevo y un poco de jamón y que para mí es excepcional…sobre
todo por su textura, totalmente lisa, como si de la más fina de las cremas se
tratara, y por su sabor no demasiado agresivo pero con una fortaleza perfecta.
De lo demás, destacaríamos los
palitos de berenjena en tempura, con un rebozado muy logrado y sin
prácticamente grasa. Las alcachofas, tan tiernas que se sirven abiertas y con
sal maldom por encima.
Sin olvidarnos de las croquetas, nos dan a escoger entre
variedades tan dispares como cabrales, jamón, carabinero, cecina, bacalao o
rabo de toro, aunque todas sabrosas por nuestra parte recomendaríamos
especialmente las de cabrales. Por último los calamares rebozados, también
perfectamente fritos y una vez más, nada aceitosos. Todos ellos representan una
alternativa digna de sus platos estrella.
Amigos, la cada vez más escasa
primavera empieza en Madrid, las calles se llenan de gente, sus noches se
templan y es el momento perfecto para salir a disfrutar. En la calle Colón, al
lado de la ahora muy de moda Fuencarral, está la Bodega de La Ardosa, con sus
cosas de hace años.
Bodega La Ardosa
Calle Colón 13
Madrid
Precio aprox: 20€/persona
@cookdisfruting
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